Rehabilitación

Alteraciones emocionales en Esclerosis Múltiple

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Idoia Fernández Lopetegui. Psicóloga y psicoterapeuta de Ademgi. Para hablar de las alteraciones emocionales que supone la Esclerosis Múltiple, empezaremos por abordar qué son las emociones y cómo influyen en […]

Idoia Fernández Lopetegui. Psicóloga y psicoterapeuta de Ademgi.
Para hablar de las alteraciones emocionales que supone la Esclerosis Múltiple,
empezaremos por abordar qué son las emociones y cómo influyen en nuestra
vida. Las emociones son un sistema de respuestas que repercuten en nuestro
comportamiento y relaciones interpersonales.
Con el avance de la enfermedad y la pérdida de funcionalidad, se producen
variaciones en las emociones. Lo primero que hay que hacer es identificarlas,
conocer su causa, la intensidad con la que se manifiestan y la repercusión en 
el estado anímico de la persona y su entorno. Solo a partir de ahí, podremos
empezar a trabajar en ello.
En las emociones interactúan numerosos factores: pensamientos, experiencias,
creencias, juicios… Todo ello influye directamente en la persona haciendo que
predominen unas emociones sobre otras, su intensidad y cómo las va a
elaborar.
Existen infinidad de emociones. Las básicas o primarias son las que están
presentes desde nuestro nacimiento y que tienen una función adaptativa. Entre
ellas destacan la alegría, tristeza, ira, miedo, y sorpresa.
En un primer momento, las emociones se consideran adaptativas y dependerán
de la evaluación que la persona haga de la situación, del significado que le
otorgue y de la respuesta de afrontamiento que genere. Una situación de
enfermedad es, en un primer momento, un estimulo perturbador que nos
desestabiliza. Una enfermedad neurológica, crónica y degenerativa como es la
Esclerosis Múltiple, justifica pues un impacto emocional.
A raíz del diagnóstico de Esclerosis Múltiple comenzamos de forma natural y
adaptativa el proceso de duelo que culmina con la aceptación. En psicología se
define ‘duelo’ como el proceso de adaptación emocional que vivimos tras una
pérdida. En el caso de la Esclerosis Múltiple es la pérdida de salud.
Es este proceso de duelo, la persona pasa por diferentes etapas y estados
emocionales:
Diagnóstico: aparecen emociones intensas, sentimientos de confusión,
sorpresa, incertidumbre.
Negación: Después el ánimo tiende a subir, provocando una falsa euforia, no
se quiere asumir lo que está sucediendo. Aparecen pensamientos tales como
‘no puede ser verdad’, ‘estoy bien, yo no tengo EM’; y sentimientos de rabia o
agresividad. Una vez que nos informan sobre lo que sucede, se manifiesta la
ansiedad y se niega la realidad.

Poco a poco vamos se va asumiendo la realidad, pero en algunos casos se produce un bloqueo emocional, que dificulta el proceso de aceptación.
Tristeza y desorganización: comienza la consolidación de la realidad en la
mente. Es ilógico no sentirse triste tras los cambios que genera la EM: ‘No es
justo, ¿por qué tiene que pasarme esto a mí? me siento solo’.
Negociación: la persona empieza a ser consciente de lo que le está pasando,
de sus emociones, miedos, inseguridades, habilidades.
Aceptación de la realidad: la persona se permite expresar y, aunque parezca
mentira, comienza a superar gran parte de las tristezas e incertidumbres. Inicia
una mejora en su estado anímico y comienza su nueva vida con lo bueno y lo
malo de la nueva situación.
El duelo es un proceso natural y adaptativo, sin embargo en algunas personas
las emociones como la rabia, tristeza llegan a cronificarse. En estos casos, es
importante recurrir a un psicólogo o psicóloga con el objetivo de canalizar el
bloqueo y trabajar hacia la aceptación.
Tener una enfermedad de estas características, es decir crónica y
degenerativa, supone enfrentarse a un mundo hasta entonces desconocido y
negado. Ante el diagnóstico, la persona experimenta una serie de reacciones
emocionales en las que interfieren factores como su entorno o el personal
sanitario que le atiende.
Se habla de alteraciones emocionales, cuando la persona se encuentra
atrapada en un estado de ánimo negativo continuo, que afecta a sus
pensamientos, sentimientos, experiencias e integración social, tanto propias
como de su entorno.
En el caso de la Esclerosis Múltiple, las reacciones emocionales más
frecuentes son la ansiedad que le genera la incertidumbre ante el futuro, la
depresión o los problemas de adaptación a esta nueva situación, de rebeldía y
rabia frente a un destino, de miedo a lo desconocido, a una enfermedad como
las Esclerosis Múltiple que no tiene curación, y a la destrucción del cuerpo o la
pérdida de autonomía.
Nos centraremos en la ansiedad y depresión, como reacciones
emocionales más frecuentes frente a la enfermedad.
Depresión
En ocasiones se confunde la tristeza con la depresión. La tristeza es uno de los
síntomas del síndrome depresivo. Es uno de los más importantes pero no es
suficiente ni necesario para diagnosticar que alguien tiene un cuadro depresivo.La depresión clínica es un conjunto de síntomas que pueden variar en cada
persona: pueden estar tristes, cansadas, eufóricas, nerviosas, irritadas… Son
síntomas que perduran en el tiempo.
Por otra parte, es habitual que los profesionales confundan la fatiga, uno de los
síntomas físicos e invisibles de la Esclerosis Múltiple, con la depresión.
Ansiedad
En el caso de la Esclerosis Múltiple la ansiedad se produce por la incertidumbre
sobre cómo evoluciona y el grado de discapacidad que puede llegar a tener
cada persona.
En general, estados emocionales como el miedo o el estrés producen
adrenalina con efectos físicos. Es la respuesta del organismo de defenderse de
la amenaza.
Esta respuesta física es positiva y adaptativa ante una situación. El problema
viene cuando este estado emocional se prolonga en el tiempo y deja de ser
positivo para convertirse en perturbador. Estaríamos hablando de una
alteración emoción que afecta directamente a la salud y calidad de vida.
Existen estrategias para combatir estas alteraciones emocionales. Los
profesionales de la psicología pueden ofrecer herramientas para
gestionar mejor esta situación.

Existen diferentes formas de intervención:
contención, apoyo, acompañamiento individual, familiar, grupo de apoyo,
psicoterapia… La atención psicológica tiene una doble función:
prevención y tratamiento.
Así como adquirimos patrones de comportamiento que nos hacen
sentirnos mal, podemos aprender otros más adecuados y adaptativos. Es
hora de entrenar nuestra inteligencia emocional.

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