Rehabilitación

Deterioro cognitivo y actividad física en Esclerosis Múltiple

Publicado por EM Euskadi | | Visto 2928 veces
image_2021_02_10T07_24_27_708Z

Por Ramón Jesús Gómez i Illán, PhD.Doctor en Ciencias del Deporte Centro de Investigación del Deporte Universidad Miguel Hernández de Elche. La esclerosis múltiple (EM) afecta aproximadamente a 2,3 millones de […]

Por Ramón Jesús Gómez i Illán, PhD.Doctor en Ciencias del Deporte Centro de Investigación del Deporte Universidad Miguel Hernández de Elche.

La esclerosis múltiple (EM) afecta aproximadamente a 2,3 millones de personas en todo el mundo. Es la patología neurodegenerativa más común en los jóvenes adultos y presenta síntomas impredecibles y heterogéneos en el estado físico, emocional, a nivel comunicativo, social y cognitivo.

De entre los síntomas provocados por la EM, el deterioro cognitivo afecta aproximadamente a dos tercios de los diagnosticados , provocando un empeoramiento en su calidad de vida percibida, relaciones sociales, habilidades específicas como el poder conducir, o trabajar. De hecho, el desempleo es una de las consecuencias negativas más señaladas por los pacientes diagnosticados en edad de poder hacerlo . El empeoramiento en las tareas cognitivas afecta a la velocidad de procesamiento , atención, tareas ejecutivas , memoria de trabajo  y a la memoria a largo plazo .

El deterioro cognitivo ha estado tradicionalmente tanto infra-diagnosticado como poco tratado . Los fármacos modificadores del curso de la enfermedad podrían mejorar el deterioro cognitivo pero la evidencia respecto a este punto es limitada y de hecho no hay ningún fármaco aprobado específicamente para este propósito  ya que ninguno de ellos tiene como principal objetivo mejorar este síntoma. Por ejemplo, la Dalfampridina ha sido propuesto como un posible candidato a mejorar la cognición en EM debido a sus buenos resultados respecto a la mejora de la marcha, pero la evidencia sobre aún es escasa y con resultados dispares, con un estudio randomizado, aleatorizado y controlado (RCT) con mejoras en la velocidad de procesamiento y un segundo  RCT que por el contrario señala que no mejora dicha velocidad .

Entre los tratamientos no farmacológicos que intentan mitigar alguno de los síntomas provocados por la EM, además de los clásicos programas de rehabilitación cognitiva – BrainHQ , BrainStim , etc- se encuentra el ejercicio, entendido como la actividad física pautada, estructurada y con unos objetivos específicos definidos. En un primer momento se pensó que el hecho de que en otras poblaciones, como el adulto mayor, se tuviera evidencia de que el aumento de los niveles de actividad física tenía resultados positivos en la función cognitiva, hacía pensar a muchos investigadores que se podrían obtener los mismos resultados en EM.

Motl et al  ya publicaron en 2011 una interesante revisión en la que citaban las posibilidades de asociación entre las ideas anteriormente descritas. El mismo equipo publicó dos estudios donde se venía a confirmar parte de las premisas descritas con anterioridad. En el primero de ellos realizado con 212 sujetos, se evidenció que la cantidad de actividad física realizada por el paciente de EM se asocia positivamente con la velocidad de procesamiento cognitivo, con lo que el buen estado físico aseguraría mejores resultados en pruebas de velocidad mental. En la misma línea, el segundo estudio señaló que la cantidad de actividad física realizada estaba asociada con la velocidad de procesamiento de la información por parte del sistema nervioso central en sujetos con EM leve-moderada.

Revisiones posteriores como las de Kalron & Zeilig  ó Sandroff et al.  señalaban que si bien es cierto que a mejor estado de forma mejor estado cognitivo, faltarían más estudios y de más calidad metodológica (mismas herramientas de medida, comparación con sujetos sin deterioro cognitivo, asintomáticos, etc.) para poder dejar clara la relación práctica ejercicio/mejora cognitiva.

No obstante, la evidencia científica sobre el uso del ejercicio físico – entrenamientos aeróbicos, de fuerza, ejercicios de estabilidad, etc. – para mantener las capacidades cognitivas de los pacientes de EM está creciendo. Los investigadores trabajan sobre la idea de entender el ejercicio como un estímulo que provoca un gran número de procesos neurales e inputs neurosensoriales que regulan una multitud de procesos neurofisiológicos interconectados .

Así, se cree que repitiendo estos estímulos, es decir, repitiendo estas sesiones de ejercicio a lo largo del tiempo – lo que sería seguir un plan de entrenamiento estructurado-, estos procesos serían más eficientes y por tanto se produciría una adaptación a los mismos.

La ya citada revisión sistemática de Sandroff et al  de 2016 recogía los resultados de 9 estudios que investigaban los efectos del entrenamiento en el rendimiento cognitivo, aunque los autores no encontraron suficiente evidencia  para definitivamente recomendar un tipo de entrenamiento que mitigue el mismo.

Sin embargo, esta revisión sí que encontró un dato realmente importante: la evidencia preliminar que indicaría efectos prometedores en la práctica de ejercicio agudo – una sesión de ejercicio aislada-, la actividad física – entendida como la contracción del músculo esquelético que resulta en un mayor gasto de energía más allá de los niveles de reposo- y el estado de nivel físico – capacidad de realizar un trabajo físico- y su relación con la mejora en el estado cognitivo de las personas con EM. Esto es importante porque el ejercicio agudo, la actividad física y el estado físico son los componentes de un plan de entrenamiento físico a largo plazo .

Por otra parte se constató que aquellos estudios que incluyen los efectos sobre el deterioro cognitivo como objetivo principal de los resultados, y no como secundario, tendían a ofrecer resultados positivos del entrenamiento físico, lo que refrenda los resultados positivos en las investigaciones publicadas desde entonces, ya que desde esta revisión de 2016, la publicación de estudios sobre el efecto del entrenamiento físico en el deterioro cognitivo ha aumentado considerablemente – 26 estudios publicados desde 2016, lo que supone un aumento del 234% en 4 años-  .

En general estos nuevos estudios han demostrado que el entrenamiento físico, es decir, el ejercicio estructurado, practicado por pacientes de EM, está asociado a efectos positivos en el rendimiento cognitivo de esta población.

Estos estudios más recientes – posteriores a 2016- han mostrado mejoras  en la velocidad de procesamiento mental, aprendizaje, memoria y función ejecutiva. Así, como podemos ver, estas últimas publicaciones tienden a tener como objetivo determinadas aspectos del rendimiento cognitivo, y no la cognición general como la mayoría de los anteriores, e incluyen medidas del estado físico de los pacientes para documentar el éxito del tipo de ejercicio aplicado. Además, algunos estudios ya incluyen resultados de neuroimagen con el fin de correlacionar los efectos el ejercicio con la mejora cognitiva, y también test sobre actividades de la vida diaria y calidad de vida, ansiedad, depresión y fatiga que demuestran la transferencia de los resultados positivos en el rendimiento físico y cognitivo al quehacer diario del paciente.Para finalizar, además de lo descrito anteriormente, citar la revisión sistemática de Markes et al de este mismo año, que concluye que los entrenamientos basados en el Pilates obtienen resultados positivos en el deterioro cognitivo, dato relevante atendiendo al gran número de pacientes que practican esta modalidad de ejercicio físico.

Referencias

  1. Multiple Sclerosis International Federation. Atlas of MS 2013: Mapping Multiple Sclerosis Around the World. London, U.K: Multiple Sclerosis International Federation; 2013. Available from: http:// www.msif.org/wp-content/uploads/2014/09/Atlas-of-MS.pdf
  2. National Multiple Sclerosis Society. Multiple Sclerosis: Just the Facts. National Multiple Sclerosis Society; 2015. Available from: http://www.nationalmssociety.org/NationalMSSociety/media/ MSNationalFiles/Brochures/Brochure-Just-the-Facts.pdf
  3. Benedict, R. H., Cookfair, D., Gavett, R., Gunther, M., Munschauer, F., Garg, N., & Weinstock-Guttman, B. (2006). Validity of the minimal assessment of cognitive function in multiple sclerosis (MACFIMS). Journal of the International Neuropsychological Society: JINS12(4), 549.
VIDEOS DE YOUTUBE
Ir al canal de youtube »