Neurología

El ejercicio físico en la Esclerosis Múltiple

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Esclerosis Múltiple y Actividad Física

Por el Dr.José Luis Sánchez Menoyo.Neurólogo.  Hospital de Galdakao-Usansolo. Responsable de la consulta de Esclerosis Múltiple Entre los síntomas principales de la  Esclerosis Múltiple (EM) destacan la fatiga excesiva y los […]

Por el Dr.José Luis Sánchez Menoyo.Neurólogo.  Hospital de Galdakao-Usansolo. Responsable de la consulta de Esclerosis Múltiple

Entre los síntomas principales de la  Esclerosis Múltiple (EM) destacan la fatiga excesiva y los problemas motores, incluyendo problemas de coordinación. Algunos pacientes también presentan déficit sensoriales, dificultades cognitivas, depresión y labilidad emocional.

Todos estos síntomas favorecen una reducción de la actividad física, de la movilidad y una pérdida de motivación para realizar actividades físicas.  En ocasiones, hay una falta de confianza del propio paciente en sus posibilidades y capacidades para  ser físicamente activo. El circulo vicioso de movilidad reducida y falta de actividad física puede favorecer la progresión de los síntomas de la enfermedad.

A diferencia de la tendencia actual, durante mucho tiempo no se recomendaba la actividad física a los pacientes con EM. Dado que la fatiga es uno de los principales síntomas de la EM, evitar actividades que producen cansancio se percibía como la mejor manera de prevenir que la enfermedad se agravase. Se pensaba que la actividad física reducía las reservas de energía y, por lo tanto, aumentaba la fatiga y la debilidad. Se relacionaba el ejercicio físico  con el empeoramiento de  los síntomas neurológicos de la EM.

Aunque el ejercicio físico extenuante puede agravar la fatiga y la debilidad, la inactividad también agrava estos síntomas ya que los músculos inactivos requieren incluso más energía para ser reactivados. Por todo esto,  hoy en día, es muy recomendable que los pacientes con EM realicen actividad física  regular de intensidad moderada. Se cree que la actividad física aumenta las reservas de energía  del músculo lo que puede contrarrestar la fatiga y la disfunción muscular.  La actividad física y el ejercicio moderado es posible que induzcan la plasticidad neuronal, lo que podría ayudar a evitar el avance de la EM. El ejercicio físico puede aumentar los niveles de neurotransmisores y factores neurotróficos ayudando a minimizar las lesiones neuronales y de este modo, reducir los signos y síntomas clínicos.

Por lo tanto, la actividad física y el ejercicio físico moderado son considerados métodos efectivos y seguros para influir positivamente en la función motora  y pueden también ayudar a evitar futuras secuelas neurológicas.

Aumentar los niveles de actividad y preservar la participación y la independencia del paciente son objetivos primordiales en el tratamiento y la rehabilitación de la EM. El ejercicio físico, desarrollado de manera individual o como parte de un tratamiento multidisciplinar se considera una importante terapia en el tratamiento integral de la EM.

Debido a que durante mucho tiempo el ejercicio físico se consideró perjudicial para los pacientes con EM, no ha sido hasta fechas recientes cuando se ha valorado su efecto para mejorar la enfermedad en ensayos clínicos. Estos ensayos clínicos demuestran que el ejercicio físico mejora el estado de ánimo, la función muscular, la movilidad e incluso la fatiga. Los mejores resultados se han conseguido con ensayos clínicos que utilizaban ejercicio físico aeróbico (caminar, correr, ciclismo, natación, aerobic, entre otros)   o mixto, no siendo eficaces los ejercicios puramente anaeróbicos (pesas, abdominales). El número de brotes no aumenta con el ejercicio físico, por lo que la actividad física es segura y efectiva para reducir la fatiga.

Hay diferentes signos y síntomas de la EM que pueden ser tratados con diferentes tipos de actividad física: el ejercicio aeróbico puede, principalmente, aumentar la capacidad cardiopulmonar, la fuerza muscular y la resistencia física. La fuerza muscular, la resistencia, la movilidad y las actividades de la vida diaria, también pueden mejorarse con entrenamientos de resistencia. Los ejercicios con cargas o pesos son recomendables para evitar la osteoporosis que es una consecuencia común de la falta de movilidad en pacientes con EM. El tratamiento de la espasticidad con fármacos antiespásticos es con frecuencia insuficientemente eficaz. Añadir a este tratamiento farmacológico ejercicios de estiramiento muscular activo o pasivo puede aumentar la eficacia del tratamiento.

En resumen, la inactividad física es frecuente en personas con EM y puede  empeorar la intensidad de los síntomas y la progresión de la enfermedad. El ejercicio físico moderado y regular, puede contrarrestar los efectos negativos de esta inactividad. Tanto el ejercicio aeróbico como el ejercicio de resistencia pueden inducir efectos positivos.

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