En recuerdo de Eugenia Epalza
Marta Manzanares, diagnosticada de EM. Presidenta de IGON)
Conocí a Eugenia en 1985, al poco de haberse creado la Asociación de Esclerosis Múltiple en Bizkaia. Yo era muy joven, apenas 19 años, y Eugenia, que también lo era aunque algo menos que yo, se me apareció como un torbellino de ideas, fuerza y ganas de emprender actividades nuevas, de abrir caminos.
Todo estaba entonces por crear porque se puede decir que no había nada. Nuestra enfermedad era en aquel tiempo prácticamente desconocida para la gente de la calle, muchísimo más que ahora, después de tantas campañas y «mójates», pero también para algunos médicos, diría yo, además de existir menos medios para su diagnóstico. Eugenia se movía por todo lugar que se considerara conveniente, irradiando ptimismo, repartiendo folletos informativos, recabando apoyos… ¡lo que hiciera falta!
Cuando tuve un brote grave en junio del año 1986 fue ella quien me increpó que fuera al hospital, y hasta vino a recogerme en su coche por si acaso no lo hacía. Y siguió animándome cuando salí de allí en la silla de ruedas.
Y es que a veces parecía que «nunca se le acabaran las pilas », siempre tan dispuesta como estaba para todo, sobre todo si eso suponía colaborar con alguien o ayudar a solucionar algún problema. Y claro, la lucha contra la Esclerosis Múltiple, por la mejor calidad de vida de los enfermos que padecemos esta enfermedad, fue ese gran problema al que dedicó todas sus energías. Con alegría, sin descansar y mirando siempre hacia delante, así la recuerdo yo. Qué contenta podría estar ahora si viera en lo que se ha convertido la pequeña Asociación que ella creó, la cantidad de personas a las que se atiende y los servicios que son prestados. Qué orgullosa podría estar también, y con todo derecho, de haber sido inicio y motor junto con algunos otros, como Begoña Rueda, la actual presidenta, de lo que hoy son ADEMBI y la Fundación que lleva su nombre. Eugenia ya no está con nosotros pero su memoria permanece conmigo y nunca olvido que todo lo que vamos consiguiendo se lo debemos en gran parte a ella, a su fuerza en los comienzos y a la energía que supo transmitir a quien la sucedió.
Marta Manzanares, diagnosticada de EM. Presidenta de IGON)
Conocí a Eugenia en 1985, al poco de haberse creado la Asociación de Esclerosis Múltiple en Bizkaia. Yo era muy joven, apenas 19 años, y Eugenia, que también lo era aunque algo menos que yo, se me apareció como un torbellino de ideas, fuerza y ganas de emprender actividades nuevas, de abrir caminos.
Todo estaba entonces por crear porque se puede decir que no había nada. Nuestra enfermedad era en aquel tiempo prácticamente desconocida para la gente de la calle, muchísimo más que ahora, después de tantas campañas y «mójates», pero también para algunos médicos, diría yo, además de existir menos medios para su diagnóstico. Eugenia se movía por todo lugar que se considerara conveniente, irradiando ptimismo, repartiendo folletos informativos, recabando apoyos… ¡lo que hiciera falta!
Cuando tuve un brote grave en junio del año 1986 fue ella quien me increpó que fuera al hospital, y hasta vino a recogerme en su coche por si acaso no lo hacía. Y siguió animándome cuando salí de allí en la silla de ruedas.
Y es que a veces parecía que «nunca se le acabaran las pilas », siempre tan dispuesta como estaba para todo, sobre todo si eso suponía colaborar con alguien o ayudar a solucionar algún problema. Y claro, la lucha contra la Esclerosis Múltiple, por la mejor calidad de vida de los enfermos que padecemos esta enfermedad, fue ese gran problema al que dedicó todas sus energías. Con alegría, sin descansar y mirando siempre hacia delante, así la recuerdo yo. Qué contenta podría estar ahora si viera en lo que se ha convertido la pequeña Asociación que ella creó, la cantidad de personas a las que se atiende y los servicios que son prestados. Qué orgullosa podría estar también, y con todo derecho, de haber sido inicio y motor junto con algunos otros, como Begoña Rueda, la actual presidenta, de lo que hoy son ADEMBI y la Fundación que lleva su nombre. Eugenia ya no está con nosotros pero su memoria permanece conmigo y nunca olvido que todo lo que vamos consiguiendo se lo debemos en gran parte a ella, a su fuerza en los comienzos y a la energía que supo transmitir a quien la sucedió.