Rehabilitación
Equitación Paraecuestre: un deporte accesible.
Por Izaskun Yeregui, Begoña Cantero, Lorena Aranceta. Fisioterapeutas de Adembi Cuando hablamos de Esclerosis Múltiple y de los problemas funcionales en las personas diagnosticadas, tendemos a centrarnos en la rehabilitación, […]
Por Izaskun Yeregui, Begoña Cantero, Lorena Aranceta. Fisioterapeutas de Adembi
Cuando hablamos de Esclerosis Múltiple y de los problemas funcionales en las personas diagnosticadas, tendemos a centrarnos en la rehabilitación, aparcando otras actividades que, aunque no son meramente rehabilitadoras como tal, sí nos pueden aportar esos objetivos que deseamos en rehabilitación.
En el mundo del caballo, cuando hablamos de rehabilitación, nos referimos a hipoterapia, donde la persona no tiene mando sobre el caballo y donde se pretende la recuperación de determinadas funciones o mejorar la calidad de vida. No obstante, hay un porcentaje de personas que realizan hipoterapia y las que no, que podrían tener un contacto mucho más lúdico con el mundo ecuestre y que sí les permitiría tener mayor autonomía y control sobre la actividad. En este caso hablamos de Doma Paraecuestre.
La equitación adaptada se empezó a desarrollar en la década de los 50, cuando la británica Lis Hartel, afectada de poliomielitis, consiguió subir al podio olímpico por dos veces en unos juegos olímpicos dentro de la disciplina de doma clásica: Helsinki’52 y Melbourne’56. Desde entonces, la disciplina ha establecido una estructura y funcionamiento que permite integrar a un gran número de personas con afectación motora o sensitiva (personas con ceguera total o parcial).
La equitación adaptada se llama así porque permite amoldar las ayudas compensatorias a las necesidades de cada sujeto: sillas más profundas, riendas en una mano, fustas, velcros, sujeciones, etc.
Disciplina paraolímpica
Actualmente, la disciplina de doma paraecuestre (equitación adaptada), es una disciplina paraolímpica, regida por la FEI (Federación Internacional de equitación) y que divide a los jinetes/amazonas en seis categorías, atendiendo a las capacidades físicas de cada individuo.
Las personas diagnosticadas de EM pueden practicar equitación, siempre que esté supervisada por un profesional de la equitación cualificado para ello y su condición física lo permita, aunque el objetivo final no sea la competición. Los criterios médicos de exclusión son los mismos que cuando practicamos hipoterapia, pero además hay que entender varias cosas:
Montar a caballo cansa. Este cansancio puede llevarnos a la fatiga. No obstante, los estudios están demostrando que la actividad física aumenta la resistencia y, por tanto, en cierta manera, estaríamos entrenando la fatiga, además de la fuerza.
Montar a caballo es muy desequilibrante. Sin embargo, es una buena herramienta para trabajar la estabilidad del tronco y el equilibrio como tal.
Montar a caballo es un aprendizaje continuo. Significa que a veces nos puede resultar frustrante no tener el control, porque no conseguimos ‘tomar las riendas’ de la situación, pero con el tiempo aprenderemos cómo debemos actuar, a comunicarnos con el caballo y ganaremos en seguridad.