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Esclerosis Múltiple y Empleo

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Empleo y Esclerosis Multiple

por Laura García, trabajadora Social de Aemar. Cuando te diagnostican una enfermedad como la Esclerosis Múltiple a menudo suele generar multitud de dudas y miedos. El desconocimiento de lo que […]

por Laura García, trabajadora Social de Aemar.

Cuando te diagnostican una enfermedad como la Esclerosis Múltiple a menudo suele generar multitud de dudas y miedos. El desconocimiento de lo que va a ocurrir a partir de ese momento puede influir en diversos aspectos de la vida. Este diagnostico, en muchos casos, se produce en una época activa laboralmente hablando y esos miedos pueden reflejarse en este aspecto.

Es importante tener en cuenta que por tener esta enfermedad, la persona no tiene por qué dejar de trabajar. Hay muchos factores que pueden influir para tomar una decisión como ésta y es imprescindible, antes de decidir, analizarlos.

Las expectativas laborales de cada afectado deben ser valoradas junto con otros factores como su situación personal, el tipo de enfermedad que padece, los síntomas que ésta le ha generado hasta el momento o cómo está influyendo en el desarrollo de su trabajo. A esto debemos añadir que el trabajo está considerado como un pilar fundamental que no sólo nos ofrece rendimientos económicos sino que ofrece nuevas relaciones sociales y grandes beneficios psicológicos.

En este proceso en el que se valorará la capacidad para continuar dentro del mundo laboral, es aconsejable que sea el propio afectado, con ayuda de un especialista, si así lo requiere, el encargado de tomar esa decisión.

Una vez tomada la decisión, si es que quiere continuar trabajando, hay nuevas preguntas que se pueden seguir planteando.

¿Lo cuento en la empresa?

Una de ellas es si debería comunicárselo a la empresa. Aunque no existe la obligación de hacerlo, todo va a depender del afectado. De la relación que tiene con su empresa y con la persona a la que se lo debe de comunicar. Antes de nada, es importante preguntarse cómo pueden tomarse esta información para poder tomar la mejor decisión. Si el afectado no tiene síntomas visibles podría posponerlo y decidir no comunicarlo. Si por el contrario, los síntomas comienzan a apreciarse, comunicarlo a la empresa podría facilitar el desarrollo de su trabajo consiguiendo una adaptación de su puesto, si fuera necesario. Y por otro lado, se evitaría la carga emocional que en muchas ocasiones genera el ocultamiento de la enfermedad.

La mayoría de las veces, los jefes o compañeros desconocen qué es la enfermedad y cómo puede afectar en el trabajo, por lo que es muy importante educar, informar y especificar en qué tareas tienes más dificultades ya que cada persona afectada con EM puede tener una sintomatología y afectación diferente.

¿Puedo desempeñar mis funciones?

Es otra de las dudas que se plantean las personas cuando se les diagnostica EM. Es importante saber si podemos mantener el ritmo de trabajo y si podemos desarrollar las tareas que nuestro trabajo nos exige. En caso de que no sea así, siempre podemos solicitar una adaptación de nuestro puesto de trabajo. A veces, con sencillos cambios conseguimos mantener nuestro puesto y nos permite continuar con nuestra carrera profesional. Estos cambios podrán ir modificándose, valorando las dificultades que puedan presentar cada persona, según la evolución de la enfermedad.

Las mejoras que podemos realizar en el puesto de trabajo pueden ser a distintos niveles: mejoras ergonómicas -una silla, un teclado y un ratón adecuado-, utilizar apoyabrazos, adaptadores de agarre, amplificador de voz, pantalla anti reflectante, conseguir una luz y temperatura apropiada, ubicación cercana a los baños… También pueden ser de accesibilidad: en instalaciones -planta baja con puertas automáticas, sin escalones, con ascensor…-, en baños -amplitud de espacios, barras de agarre,…-, la posibilidad de tener un parking cercano,… Con las nuevas tecnologías, algunos trabajos se pueden hacer desde casa, ahorrándose el esfuerzo que supone el desplazamiento.

Evitar la fatiga.

En algunos casos para evitar que la fatiga, síntoma que presentan un porcentaje muy alto de afectados, límite el trabajo. Para ello, se puede solicitar un aumento del número de descansos o ampliar el tiempo de los mismos. Incluso, para algunas personas afectadas es necesario hacer una pausa temporal, sobre todo en el proceso del brote.

El horario podría ser también un punto a adaptar. Tanto si se necesita modificarlo por tiempo como si el trabajo debe ser desarrollado a tiempo partido. Hay que tener en cuenta que algunos puestos de trabajo tienen una mayor dificultad para adaptarlos y que, en ocasiones, no es posible realizarlo. Cuando por diversos motivos no se puede seguir desempeñando el mismo puesto, debemos saber que si la organización de la empresa lo permite, podríamos solicitar una reubicación en la misma.

Certificado de Discapacidad y de Incapacidad.

Si la persona se ve cada vez más limitada para desarrollar su trabajo o la empresa presenta trabas para adaptar el puesto, se puede solicitar un Certificado de Discapacidad. Si la puntuación concedida es de al menos un 33%, se puede optar a un mayor abanico de posibilidades laborales. Por un lado, la empresa se beneficiará de las bonificaciones establecidas por ley por contratar a una persona con discapacidad. Por el otro, el afectado podrá elegir una serie de ventajas que facilite y promocione su inclusión laboral.

Entre estas ventajas destaca el acceso a empleo público, ya que un 5% de las plazas están destinadas para personas con discapacidad. En el caso del empleo ordinario, las empresas de más de 50 trabajadores tienen la obligación de guardar un 2% de su cupo para personas con discapacidad.

Si esto no fuera posible, una vez reconocido el 33% de minusvalía, se puede optar al llamado Empleo Protegido en Centros especiales de empleo o Empleo con apoyo, en los que intentan ofrecer inserción laboral a las personas que deben cambiar de empleo o adaptarlo a sus nuevas circunstancias, ofreciéndoles apoyo para reconducir la trayectoria laboral.

En los casos en los que las limitaciones físicas y cognitivas imposibilitan a la persona el desarrollo de su trabajo, tanto en empresa ordinaria como en centros especiales de empleo, existe la opción de solicitar una incapacidad. En caso de conseguirla, les proporcionará una prestación económica para intentar cubrir la pérdida de ingresos.

En todo este proceso se debe valorar si realizar el trabajo está limitando el desarrollo de otras actividades tan básicas como las de la vida diaria. Si es un esfuerzo tan grande que no permite alcanzar las prioridades marcadas. En el caso de que no sea posible y se opte por dejarlo, es importante seguir llevando una vida diaria activa, manteniendo o ampliando las relaciones sociales, y desarrollando otro tipo de actividades que favorezcan un estado de ánimo positivo como pueden ser el ocio, ejercicio físico u otras aficiones.

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