Por Soraya Vazquez, Psicóloga de Adembi

Muchas veces, tras el diagnóstico, sentís la necesidad de exprimir el tiempo, y aprovechar a hacer un montón de cosas, la mayoría de ellas fuera de casa. Y ahora resulta que se da esta situación de confinamiento, impuesta, que no depende de nosotros, que escapa a nuestro control, y que agrega más incertidumbre a la que ya supone la enfermedad. Que tampoco se sabe hasta cuándo, y que puede generar preocupación, ansiedad, estrés, alteraciones del sueño. Y dado que estos pueden ser muchos síntomas, o sentimientos, que ya estaban presentes, por la enfermedad, con esta situación pueden verse agravados.

De todas formas, contáis con una ventaja, y es que si alguien está acostumbrado a convivir con la incertidumbre, lamentablemente, esos sois vosotros. Y es normal, que en esta situación, tengáis todos esos sentimientos, porque lo que no es normal es la situación que estamos viviendo.

Y si alguien entiende de tener que adaptarse a las circunstancias, esos también sois vosotros, ósea que seguramente estáis más preparados de lo que vosotros mismos pensáis. Ya sabéis de tener que ir reajustándose, en cada momento a la situación o estado; de tener que cambiar los planes, los objetivos…, posponerlos… Lo que nos queda claro es que la realidad es la que es, y no podemos cambiarla, pero lo que sí podemos cambiar es nuestra actitud; no podemos cambiar lo que pasa, pero sí el cómo nos enfrentamos nosotros a lo que ocurre. Esto tampoco quiere decir que tengamos que estar siempre de buen humor y ser optimistas y positivos. Además, las personas felices lo son, no porque tengan más que los demás, sino porque su atención está puesta en lo importante.

Este también puede ser un buen momento para mostrar gratitud con las personas con las que convives, o con las que te relacionas, aunque sea a través de las redes. La gratitud mejora tu resistencia emocional y tu salud física y mental.