Hay que mirar siempre hacia adelante
Agustín López. Su mujer, Isabel, está diagnosticada de EM
Miremos hacia delante, lo que hemos dejado atrás ya no nos sirve
Agustin López
Fue el momento vivido en aquellas fechas un comienzo angustioso tras un diagnóstico médico de algo para nosotros desconocido que sospechábamos no era bueno: Esclerosis Múltiple. Nos surgió al instante un afán compulsivo en buscar información para encontrar alguna salida a tanta incertidumbre y sentíamos a su vez la necesidad de calma que nos condujera a dar con algunas respuestas a cuanto nos cuestionábamos en un estado emocional tan difícil de controlar.
Transcurrieron las primeras semanas y posteriores meses sucediéndose las consultas médicas y llegaron los tratamientos con fármacos. Han ido cayendo las hojas de los calendarios año tras año, ya vamos para los quince, desde que la enfermedad apareciese un día, como suele ser habitual, porque sí, sin avisar… Que se sepa, nadie ha reclamado nunca su inoportuna presencia.
Pues bien, una vez instalada entre nosotros, la muy ‘puñetera’ en absoluto ha colaborado para que tengamos una ‘aceptable’ convivencia. No ha sido una compañía fácil de llevar y aunque a menudo hemos convenido en ignorarla, ella se ha encargado una y otra vez de recordarnos que ahí sigue, bien acomodada para que le prestemos la debida atención.
Pasa el tiempo y se acumulan recuerdos de vivencias. Pero en el presente ya nada es igual, sólo algunas cosas tienen un cierto parecido a otros momentos vividos. Nosotros tampoco somos los mismos, aunque nos empeñamos en creer lo contrario. A menudo pensamos que cuando nuestro cuerpo enferma y el mal es catalogado como incurable, parte de nuestra vida se nos va como por un desagüe sin poder evitarlo. Pero qué nos importa lo que atrás queda y para qué anclar nuestro pensamiento en lo que pudo ser y no fue. Ahora sabemos más, hemos acumulado conocimientos sobre esta nueva compañera que responde a las siglas de EM, nos hemos ido tratando, seguimos sin entablar amistad sólo somos conocidos y cierto es que continuaremos compartiendo todo con ella sin tener nada claro hasta dónde llegaremos con su terca actitud.
Agustín e Isabel han aprendido a vivir cada momento, sin agobios
Por otro lado, es posible que hoy la medicina ya no nos pueda aportar argumentos que sí sirvieron en otras etapas anteriores, y con este panorama, nos enfrentemos a un nuevo escenario.
Hay otros parámetros que podemos valorar, no los dejemos de lado. El descanso apropiado, una alimentación correcta, un buen trabajo mental y reflexivo, los cuidados físicos y la higiene corporal son algunos baluartes que ayudarán a fortalecer nuestra autoestima.
Si somos capaces de practicarlos con rigor en el método y con mucha constancia. Si aparecen nuevas situaciones no hay otro remedio que aplicar otras soluciones.
Alguien dijo aquello de ‘confieso que he vivido’. Quienes en esto nos vemos implicados, tanto pacientes como sus seres cercanos, unos con limitaciones y otros sin ellas, caminando por nuestro pie, ayudados por unas muletas o llevando una silla de ruedas, también queremos expresar el sentido de nuestras vidas.
Unos y otros coexistimos en los mismos espacios que el resto de la gente. Miremos hacia delante, lo que hemos dejado atrás ya no nos sirve. La premisa esencial es vivir cada momento rechazando cuanto suponga una carga de agobio por qué ocurrirá más allá del ahora mismo. Podemos hacerlo y por lo tanto debemos empeñarnos en ello. No queda otra.
En ésta estamos todos, también vosotros, sí, todas las personas que integráis el equipo de la Asociación (ADEMBI). Con vuestra dedicación y cariño nos ayudáis de continuo a componer las notas de esta eterna sinfonía. GRACIAS, no nos iremos con la música a otra parte.
Miremos hacia delante, lo que hemos dejado atrás ya no nos sirve
Agustin LópezFue el momento vivido en aquellas fechas un comienzo angustioso tras un diagnóstico médico de algo para nosotros desconocido que sospechábamos no era bueno: Esclerosis Múltiple. Nos surgió al instante un afán compulsivo en buscar información para encontrar alguna salida a tanta incertidumbre y sentíamos a su vez la necesidad de calma que nos condujera a dar con algunas respuestas a cuanto nos cuestionábamos en un estado emocional tan difícil de controlar.
Transcurrieron las primeras semanas y posteriores meses sucediéndose las consultas médicas y llegaron los tratamientos con fármacos. Han ido cayendo las hojas de los calendarios año tras año, ya vamos para los quince, desde que la enfermedad apareciese un día, como suele ser habitual, porque sí, sin avisar… Que se sepa, nadie ha reclamado nunca su inoportuna presencia.
Pues bien, una vez instalada entre nosotros, la muy ‘puñetera’ en absoluto ha colaborado para que tengamos una ‘aceptable’ convivencia. No ha sido una compañía fácil de llevar y aunque a menudo hemos convenido en ignorarla, ella se ha encargado una y otra vez de recordarnos que ahí sigue, bien acomodada para que le prestemos la debida atención.
Pasa el tiempo y se acumulan recuerdos de vivencias. Pero en el presente ya nada es igual, sólo algunas cosas tienen un cierto parecido a otros momentos vividos. Nosotros tampoco somos los mismos, aunque nos empeñamos en creer lo contrario. A menudo pensamos que cuando nuestro cuerpo enferma y el mal es catalogado como incurable, parte de nuestra vida se nos va como por un desagüe sin poder evitarlo. Pero qué nos importa lo que atrás queda y para qué anclar nuestro pensamiento en lo que pudo ser y no fue. Ahora sabemos más, hemos acumulado conocimientos sobre esta nueva compañera que responde a las siglas de EM, nos hemos ido tratando, seguimos sin entablar amistad sólo somos conocidos y cierto es que continuaremos compartiendo todo con ella sin tener nada claro hasta dónde llegaremos con su terca actitud.
Agustín e Isabel han aprendido a vivir cada momento, sin agobios
Por otro lado, es posible que hoy la medicina ya no nos pueda aportar argumentos que sí sirvieron en otras etapas anteriores, y con este panorama, nos enfrentemos a un nuevo escenario.
Hay otros parámetros que podemos valorar, no los dejemos de lado. El descanso apropiado, una alimentación correcta, un buen trabajo mental y reflexivo, los cuidados físicos y la higiene corporal son algunos baluartes que ayudarán a fortalecer nuestra autoestima.
Si somos capaces de practicarlos con rigor en el método y con mucha constancia. Si aparecen nuevas situaciones no hay otro remedio que aplicar otras soluciones.
Alguien dijo aquello de ‘confieso que he vivido’. Quienes en esto nos vemos implicados, tanto pacientes como sus seres cercanos, unos con limitaciones y otros sin ellas, caminando por nuestro pie, ayudados por unas muletas o llevando una silla de ruedas, también queremos expresar el sentido de nuestras vidas.
Unos y otros coexistimos en los mismos espacios que el resto de la gente. Miremos hacia delante, lo que hemos dejado atrás ya no nos sirve. La premisa esencial es vivir cada momento rechazando cuanto suponga una carga de agobio por qué ocurrirá más allá del ahora mismo. Podemos hacerlo y por lo tanto debemos empeñarnos en ello. No queda otra.
En ésta estamos todos, también vosotros, sí, todas las personas que integráis el equipo de la Asociación (ADEMBI). Con vuestra dedicación y cariño nos ayudáis de continuo a componer las notas de esta eterna sinfonía. GRACIAS, no nos iremos con la música a otra parte.