Neurología
La investigación en Esclerosis Múltiple ha cambiado la historia de la enfermedad
El esfuerzo por conocer cómo atacarla y saber cómo se produce ha propiciado grandes avances en apenas dos décadas. Ahora se busca el origen para poder evitarla, el tratamiento personalizado […]
El esfuerzo por conocer cómo atacarla y saber cómo se produce ha propiciado grandes avances en apenas dos décadas. Ahora se busca el origen para poder evitarla, el tratamiento personalizado y la manera de ralentizar o frenar sus consecuencias.
«En 20 años hemos dado un vuelco a la enfermedad». Esta afirmación del Dr. Alfredo Antigüedad, Jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Basurto (Bilbao) y presidente de la Sociedad Española de Neurología, describe a la perfección la situación actual de la Esclerosis Múltiple.
Hace dos décadas «no conocíamos nada» de esta dolencia, reconoce, por lo que el objetivo inicial era frenarla. Ahora «buscamos la remisión completa, que no haya síntomas, convertirla en una enfermedad crónica», describe.
Contra la Esclerosis Múltiple se avanza en todos los aspectos gracias a la investigación «que aporta conocimiento a la ciencia». Hoy esa investigación tiene abiertos tres frentes: la prevención, el diagnóstico precoz y el tratamiento efectivo. «Y, en una hipótesis más avanzada, intentar remediar el daño causado», añade el Dr. Rodríguez –Antigüedad.
Esto supone diferentes expectativas para las personas con Esclerosis Múltiple. Quienes llevan más tiempo con el diagnóstico confían en el descubrimiento de medicamentos que regeneren la mielina o medicamentos sintomáticos que les permitan mejorar su función motora. Quienes tienen un diagnóstico más reciente pueden tener más esperanzas en una medicina que avanza hacia la consecución de dianas terapéuticas y fármacos que frenen la degeneración neuronal.
Investigación clínica
En investigación clínica el estudio de los medicamentos y las terapias farmacológicas ha reducido de forma eficaz los brotes «por lo que tenemos datos tangibles de que estamos modificando la historia de esta enfermedad, sobre todo en la gente que está al principio de ella», asegura el Dr. Alfredo Rodríguez –Antigüedad.
La investigación ha permitido aprender datos importantes, como que los factores ambientales están modificando el comportamiento de la EM, provocando, por ejemplo, que ahora haya más mujeres que hombres afectados. «Sabemos más de esta enfermedad, que hay medicamentos que se han demostrado efectivos, pero hasta que lleguemos a pacientes en remisión completa seguirá siendo grave», advierte el especialista.
Por eso, el objetivo en investigación clínica actual está centrada tanto en los nuevos medicamentos y sus efectos como en su aplicación efectiva. «Lo ideal sería no tener que estar variando la medicación, pudiendo identificar inicialmente qué pacientes tiene que tomar qué medicamentos, teniendo la garantía de que van a ser más efectivos», confía el Dr. Rodríguez –Antigüedad.
Encontrar el origen
En el Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, el Dr. David Otaegui dirige la Unidad de Esclerosis Múltiple, en el área de las neurociencias. El equipo ha centrado su investigación en conocer la susceptibilidad de sufrir esta enfermedad analizando el ADN. Y, más concretamente, en la expresión de los genes que ayuden a predecir que se va a producir o cómo se va a comportar en sus diferentes fases. Buscar factores de pronóstico o biomarcadores permitiría, según el Dr. David Otaegui, «conocer el estado del paciente, más allá de la valoración clínica, para aplicarle un tratamiento individualizado». Puede ser una gota de sangre, como en el caso de las personas con diabetes. «Cuanto antes diagnostiquemos, antes podremos tratar», explica esperanzado.
La investigación en genética avanza y, tras identificar más de cien variantes de polimorfismos que pueden aumentar el riesgo de desarrollar EM en personas portadoras, queda por desentrañar los mecanismos que influyen en la expresión fenotípica de estos genes.
Los estudios genéticos realizados por el laboratorio Neurogenomiks de Ikerbasque, dirigido por el genetista Koen Vandenbroeck, en colaboración con el Dr. Antigüedad, han encaminado las investigaciones para determinar el origen de este mal. En ellos han descubierto «los genes de riesgo SOCS1 y IL22RA2, y hemos sido los primeros en comunicar ANKRD55 como gen de riesgo novel de EM», explica Koen Vandenbroeck. ANKRD55 fue originalmente descubierto como gen de riesgo en artritis reumatoide, «pero nuestro trabajo lo consolida como gen de riesgo en EM», informa. Por eso, el trabajo de Neurogenomiks se enfocará en los próximos años a comprender cómo las variantes de riesgo en SOCS1, ANKRD55 y IL22RA2 impactan en la función inmune y biológica de estos genes.
«Es muy posible que en los próximos cinco años veamos el mapa completo genético de riesgo de la Esclerosis Múltiple, incluyendo variantes raras que puedan jugar un papel en familias», augura el investigador. Sin olvidar los avances en el conocimiento de factores medioambientales que se están desvelando como desencadenantes de la EM. La vitamina D -a través de la exposición al sol y como factor genético-, «el virus Epstein-Barr y el tabaco están ahora consolidados como factores contribuyentes al desarrollo de esta enfermedad», recuerda Vandenbroeck.
Recuperar el daño
Como decía el Dr. Alfredo Antigüedad, intentar remediar el daño causado por esta patología también es un reto para la investigación de la Esclerosis Múltiple. El Dr. Carlos Matute, Catedrático de Neurología del Departamento de Neurociencias de la Universidad del País Vasco, dirige la línea de investigación que estudia la muerte de los oligodendrocitos y la destrucción de la mielina y cómo mejorar la remielinización. Hasta el momento se han identificado algunas de las moléculas que intervienen en la muerte de estas células para poder bloquearlas. En cuanto a la forma de paralizar el efecto de la lesión por la destrucción de la mielina «ya hemos visto algunas moléculas que favorecen la reparación», explica Carlos Matute.
Además, el grupo dirigido por este catedrático trabaja en la caracterización de algunos fármacos con potencial neuroprotector para evitar la degeneración neuronal, pero cuyos mecanismos no se conocen suficientemente. «Son fármacos inmonuladores que se usan en la clínica pero que, como se ha visto en estudios con animales, tienen efectos colaterales positivos que pueden ralentizar el avance de la enfermedad en la fase degenerativa», explica el especialista. El objetivo es conocer las bases moleculares de ese posible efecto neuroprotector, explotando este potencial con fármacos nuevos.
En todas las líneas de investigación en torno a la Esclerosis Múltiple se advierten noticias positivas a corto plazo pero los investigadores prefieren ser cautos a la hora de establecer grandes hitos. Será un avance sin prisa pero sin pausa, en el que convergerán avances determinantes para las personas afectadas por esta enfermedad.