Salud General
Menopausia y Esclerosis Múltiple: cuidarse más que nunca
La menopausia es una etapa natural de las mujeres de entre 45 y 55 años. Este cambio se debe a la reducción gradual de los niveles de estrógeno que produce […]
La menopausia es una etapa natural de las mujeres de entre 45 y 55 años. Este cambio se debe a la reducción gradual de los niveles de estrógeno que produce la disminución de la liberación de óvulos en los ovarios. La menopausia puede ser diferente para cada mujer, pero la mayoría experimenta algunos síntomas. Los más comunes son sofocos, alteraciones del sueño, cambios de humor y reducción del deseo sexual.
Hablar de la menopausia no debe ser un tabú, tampoco en el caso de las mujeres con Esclerosis Múltiple. Compartir las experiencias y hablar de ello con los profesionales de la salud permite afrontar mejor este momento vital.
Cómo afecta a mujeres con Esclerosis Múltiple
Hay muchas preguntas en torno a la Esclerosis Múltiple y la menopausia. ¿Los síntomas de la EM empeoran durante y después de la menopausia? ¿La discapacidad de la EM progresa más rápido en mujeres posmenopáusicas? ¿Las mujeres experimentan menos recaídas después de la menopausia? Desafortunadamente, muchas de estas preguntas siguen sin respuesta, ya que aún no se ha determinado con claridad el impacto de la menopausia en las mujeres con EM debido, principalmente, a los pocos estudios que se han hecho al respecto. No obstante, de los datos analizados se desprende que los cambios hormonales causados por la menopausia pueden aumentar la gravedad de los síntomas y la progresión de la discapacidad en la EM. Pero esta es un área que requiere mucha más investigación para aclarar cómo la menopausia afecta el curso de la EM.
Algunos estudios sugieren que existe una superposición entre los síntomas de la EM y los de la menopausia como el aumento de la fatiga, problemas cognitivos, problemas de vejiga, cambios de humor y problemas sexuales.
Un posible mecanismo por el que se puede producir este empeoramiento, aunque probablemente no el único, tiene que ver con el aumento de la temperatura corporal que se origina en torno a la menstruación. De la misma manera que la fiebre y los ambientes calurosos pueden afectar a las personas con EM, también lo puede hacer el aumento fisiológico de temperatura que se produce al final del ciclo menstrual.
Principales síntomas y cómo afrontarlos
Sofocos: usar capas de ropa ligera para que pueda quitarse algunas capas si es necesario; llevar un ventilador de mano o un aerosol de enfriamiento en el bolso; evitar los factores desencadenantes potenciales como la cafeína, el alcohol, el tabaquismo y las comidas picantes; hacer ejercicio regularmente, y tomar bebidas frías.
Sudores nocturnos: mantener la habitación fresca y bien ventilada; tener a a mano una bebida fría, darse una ducha fría o tibia, poner una toalla en la cama si es necesario o usar ropa ligera para ir a la cama.
Estado de ánimo bajo: tener un buen descanso y dormir lo suficiente, hacer ejercicio con regularidad, probar algunas actividades relajantes como el yoga o la meditación, hablar con alguien sobre cómo se siente.
Disminución del deseo sexual: hablar con la pareja sobre cómo se siente, tomarlo con calma y dedicarle más tiempo a los juegos previos, tratar de relajarse haciendo algunos ejercicios de respiración o practicando la atención plena.
Tratamiento
La atención a la dieta y el estilo de vida en esta etapa es importante, ya que los efectos posteriores de la menopausia y la deficiencia de estrógenos pueden mejorarse adoptando un estilo de vida lo más saludable posible.
En la menopausia, debido a los cambios hormonales, existe mayor riesgo de osteoporosis. Aportando el calcio suficiente a la dieta, cuidaremos nuestra salud ósea y disminuiremos el riesgo de desgaste. Para ello es esencial aumentar la ingesta de verduras y frutas, reducir la ingesta de grasas saturadas (mantequillas, bollería…), reducir los hidratos de carbono simples (azúcar refinada, dulces, zumos…), beber suficiente agua (1,5-2 litros/día) y realizar actividad física adaptada de forma regular.
Si la menopausia está suponiendo un período realmente difícil, sea o no por el empeoramiento de algunos síntomas de la EM, algunos expertos proponen valorar la opción de iniciar una Terapia de Reemplazo Hormonal (TRH), pero lo mejor es siempre consultarlo con la o el neurólogo de referencia.
Dieta
Las mujeres que hacen ejercicio y siguen una dieta saludable afrontan mejor los cambios de la menopausia. Estos hábitos ayudan a protegerse contra enfermedades como las cardiopatías y la osteoporosis. La alimentación debe ser similar a la del resto de la población: variada, equilibrada y basada en los principios de la dieta mediterránea.
La mayoría de las mujeres que llevan una dieta sana y equilibrada obtienen suficientes vitaminas y minerales necesarios y no necesitan tomar suplementos. Sin embargo, no siempre obtienen todo lo que necesitan de sus dietas a diario, esto es especialmente cierto cuando las mujeres están tratando de perder peso, quizás evitando algunos elementos esenciales en sus dietas.
Se deberá prestar especial atención para garantizar la ingesta mínima recomendada de algunos nutrientes que se relacionan con la EM y la menopausia como son las siguientes.
Calcio: en la menopausia, debido a los cambios hormonales, existe mayor riesgo de osteoporosis. Aportando el calcio suficiente a la dieta, cuidaremos nuestra salud ósea y disminuiremos el riesgo de osteoporosis. Para ello es recomendable consumir lácteos (leche, yogur, queso…), pescados azules (sardinas, anchoas…), legumbres y vegetales de hoja verde.
Vitamina D: no es raro observar niveles bajos de vitamina D en personas con EM, siendo esta una vitamina fundamental para la absorción del calcio. Se considera esencial en la prevención y el tratamiento de la osteoporosis. La luz solar y el consumo de pescados, lácteos o yema de huevo son especialmente indicados para aumentar la vitamina D.
Vitaminas del grupo B: contribuyen al buen funcionamiento del metabolismo, favorecen una buena calidad del sueño, mejoran el estado de ánimo y disminuyen la fatiga menopáusica. Se pueden encontrar en los cereales, huevos, legumbres, hígado y frutos secos.
Omega 3: es un tipo de ácido graso esencial clave para el funcionamiento de las células del cerebro, la prevención de enfermedades cardiovasculares, la mejora de la sintomatología propia de esta etapa (sofocos, cambios en el estado de ánimo o problemas de concentración). En este caso se recomienda consumir pescado azul, frutos secos, especialmente nueces; y semillas de lino.
Hacer ejercicio y dejar el tabaco
El ejercicio regular no solo ayuda a perder peso, sino que también reduce los sofocos y el riesgo de enfermedades cardíacas y de cáncer de mama. Algunos estudios apuntan a que las mujeres que fuman tienen una menopausia más temprana que las no fumadoras y tienen peores sofocos. Aprovecha este momento para comenzar a vivir una vida mejor y más saludable.
Fuentes:
Multiple Sclerosis Trust www.mstrust.org.uk
En forma – Esclerosis Múltiple España https://emforma.esclerosismultiple.com/
Fundació Esclerosi Múltiple www.fem.es