Mi vida con la Esclerosis Múltiple
Miren Jasone Pérez, diagnosticada de EM
He aprendido a «sentir» cada minuto que pasa
Jasone Perez
El mío pretende ser un testimonio alentador, tanto para aquellas personas que como yo estamos afectadas por Esclerosis Múltiple como para las que no. Yo tenía 20 años cuando, tras perder a mi padre, tuve mi primer contacto con la enfermedad.
Ello fue motivo de despido en el trabajo que tenía. En un par de meses mi vida y la de mi familia dio la vuelta. Recuerdo con especial angustia la sensación de sentirme sola ante algo contra lo que era imposible luchar. Ni los médicos, ni los padres (que desde pequeñita siempre estaban ahí para solucionar los problemas) me podían ayudar. Fueron muchos «¿por qué a mí?».
Pasaron los años en los que me encontré mejor y peor, bueno ya conocéis ésto, hasta que volví a recaer, esta vez con bastante gravedad, y tuve que abandonar el trabajo en el que estaba porque ya no me sentía capaz. Fue otro mazazo; fue como volver a la realidad de estar «enferma ». Afortunadamente, me recuperé y empecé a buscar empleo, tarea ardua y difícil porque todos sabemos que la situación está complicada, y para mí, con 31 años y con esta enfermedad, era aún peor. Pero lo importante era confiar en que sí era posible y por qué no lo iba a lograr. Ahora tengo 33 años, tengo mi pisito, me he casado el año pasado y por fin he logrado encontrar trabajo, y por todo ello he recuperado la autoestima, con más fuerza si cabe, y sobre todo, la sensación de sentirme afortunada.
He aprendido a «sentir» cada minuto que pasa y miro hacia atrás y soy consciente de lo fuerte que soy, y me gusta, y el mejor consejo que puedo dar para todo aquel que necesite un empujoncito moral es «creer que se puede». ¡Ánimo!
He aprendido a «sentir» cada minuto que pasa
Jasone PerezEl mío pretende ser un testimonio alentador, tanto para aquellas personas que como yo estamos afectadas por Esclerosis Múltiple como para las que no. Yo tenía 20 años cuando, tras perder a mi padre, tuve mi primer contacto con la enfermedad.
Ello fue motivo de despido en el trabajo que tenía. En un par de meses mi vida y la de mi familia dio la vuelta. Recuerdo con especial angustia la sensación de sentirme sola ante algo contra lo que era imposible luchar. Ni los médicos, ni los padres (que desde pequeñita siempre estaban ahí para solucionar los problemas) me podían ayudar. Fueron muchos «¿por qué a mí?».
Pasaron los años en los que me encontré mejor y peor, bueno ya conocéis ésto, hasta que volví a recaer, esta vez con bastante gravedad, y tuve que abandonar el trabajo en el que estaba porque ya no me sentía capaz. Fue otro mazazo; fue como volver a la realidad de estar «enferma ». Afortunadamente, me recuperé y empecé a buscar empleo, tarea ardua y difícil porque todos sabemos que la situación está complicada, y para mí, con 31 años y con esta enfermedad, era aún peor. Pero lo importante era confiar en que sí era posible y por qué no lo iba a lograr. Ahora tengo 33 años, tengo mi pisito, me he casado el año pasado y por fin he logrado encontrar trabajo, y por todo ello he recuperado la autoestima, con más fuerza si cabe, y sobre todo, la sensación de sentirme afortunada.
He aprendido a «sentir» cada minuto que pasa y miro hacia atrás y soy consciente de lo fuerte que soy, y me gusta, y el mejor consejo que puedo dar para todo aquel que necesite un empujoncito moral es «creer que se puede». ¡Ánimo!